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Una maestra de idiomas contó esta anécdota para ilustrar la proclividad británica para el aprendizaje de otras lenguas que el inglés:
Estudiando el lenguaje de las abejas europeas (un código que básicamente refiere a la localización de la miel), los científicos descubrieron que distintas colonias “hablan” distintos dialectos y que -cuando se encuentran en necesidad de hacerlo- las abejas de una colonia pueden aprender el lenguaje de otra en cosa de unas semanas. Así es para todas, excepto para las abejas británicas: éstas sólo zumban más fuerte.
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