domingo, 17 de agosto de 2008

Acampando en Waxham

Los ingleses gustan acampar en la costa. Durante unas semanas la temperatura es agradable y caravanas de bannistas juegan y se asolean en los lugares de recreo destinados para el caso.

Con cierta frecuencia algún conocido me ha preguntado si me gusta acampar (el gusto o el disgusto por esa experience ayuda a distinguir entre los que disfrutan de la experiencia sencilla y rústica y exótica de vivir con lo básico y los que prefieren el refinamiento -o la exigencia- de la vida entre las comodidades de la civilización).

En mi primer día en un campamento, Keith me explica la belleza de la sencillez: "una vez que estás dentro de la tienda, sin ninguna comodidad, algo te ocurre y te das cuenta de que no necesitas nada más". Yo observo la lluvia cotidiana del verano inglés que nos ha recluido en la tienda y recuerdo el techo de zinc de la casa de mis padres, las goteras y el trabajo de vaciar las cubetas que las contenían, eso era la ninnez bajo la lluvia veracruzana. Pienso, sin decirle a Keith, que cuando eres pobre toda tu vida vives acampando.

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